Cuando alguna vez
miramos a nuestra moto es casi imposible no recordar alguna vivencia relacionada con
ella, quizás de como la hemos conseguido ó como la hemos
restaurado ó si esta pieza me costó tanto trabajo encontrarla
etc.
Quizás afortunadamente, poseo muchos recuerdos respecto a cada
una de mis máquinas, unos buenos, y otros no tan buenos, pero
que el paso del tiempo hace mejorar y tal vez olvidar.
Una de estas emociones es referente a mi DKW NZ 500 de 1.936.
Allá por el año 1.978, (desde luego, esta forma de hablar le
hace a uno más viejo de lo que es), en fin, como iba diciendo,
allá por el año 1.978 andaba
yo buscando repuestos para mi amada NSU MAX en la ciudad de
Zaragoza donde cursaba mis estudios, cuando en el antiguo
concesionario de dicha marca, me hablaron, de un mecánico que
se dedicaba en esos últimos años a reparar las escasas
unidades que de esas máquinas aún quedaban.
Me acerqué al taller con cierto reparo, ya que, me habían
avisado que el dueño tenía un carácter algo especial, cosa
que no tardé en poder comprobar.
Pero volviendo al caso, al entrar me pareció que soñaba, ya
que, empecé a contemplar, no sin cierto asombro, que anagramas
míticos para mí en esas fechas, como NORTON, BSA, NSU, BMW,
TRIUMPH abundaban en todo el taller.
Pero allí al fondo,
(como en las películas), vislumbré un montón de hierro
multicolor, ya que a algo parecido a una moto de original color
negro la habían decorado con una variada gama de colorines
titanlux, verdes, rojos, amarillos, azules, morados, y otros que
no puedo recordar, además de una decoración tipo chopper a lo
easy rider.
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Una vez realizada la auditoría de mis fondos llegue a la
conclusión que debía de buscarme algún trabajo en el verano
que ya estaba próximo, cosa que hice.
Un amigo me prometió
cuarenta mil pesetas si le ayudaba en su negocio de
transporte cargando y descargando material. Acepté, y, tras 18
días de arduo trabajo (se descargaba al sol y a mano) me dijo
que del dinero nada de nada.
Una vez aplacados mis
instintos asesinos y tras una explicación coherente referente a
lo acontecido con el ya mi ex amigo, mi familia me prestó el
dinero para comprarla, cosa que hice nada más volver a
Zaragoza.
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El caso es que en el último viaje de vuelta una
vez acabada la carrera no tuve más remedio que traerlo a mano,
para lo cual, como no tenía ni un duro, tuve que recorrer todas
la Ramblas de Barcelona (unos dos Km. Con 6 maletas y el cuadro
de la moto al hombro, hasta llegar al puerto donde tenía la
partida el barco para la isla.
Hoy ya está como nueva,
cosa que podréis comprobar en las fotos y aunque he necesitado
casi 20 años para adquirir los conocimientos necesarios para
repararla creo que los esfuerzos han valido la pena.
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